Habíamos decidido que ese viaje sería memorable.
En la vorágine de actividades de cada una de nosotras, dedicarnos tiempo para disfrutar, nutrir nuestros vínculos y aprender juntas era definitivamente un privilegio.
La ciudad que nunca duerme nos acogía y en la lista de actividades por realizar estaba una aventura con tecnología inmersiva.
Nuestra sorpresa fue enorme al encontrarnos en la puerta del lugar para pagar una suma considerable por sólo 10 minutos de entretención.
Nos debatimos.
Entonces juntas decidimos que nos prepararíamos mentalmente para disfrutar intencionadamente el momento y hacer de estos 10 minutos los más largos e increíbles posible.
Y así lo hicimos.
Ingresamos a la atracción y el recorrido comenzó.
Transitamos por una mezcla de emociones y de situaciones. ¡La risa y la adrenalina nos llenaron el cuerpo! Estas 3 chilenas teníamos que tomar decisiones críticas para que juntas y en segundos, salváramos la ciudad de Nueva York del poder de los fantasmas que la estaban destruyendo y lo logramos!
¡Fueron minutos tan intensos que hoy podría describirlos uno a uno, con colores intensos e incluso con los sonidos!
Salimos del juego con risas y una sonrisa que nos duró el resto del viaje, hasta hoy lo disfruto.
La experiencia ancló en mí una reflexión que luego de años sigo confirmando.
Al parecer no es la cantidad de tiempo cronológico el factor relevante que hace que el momento se grabe, pero si lo es la intención con la que decidas vivirlo.
Entonces comienza una nueva aventura, tomar consciencia del “valioso” tiempo para compartirlo, así vencer a Cronos e invitar a sentirnos más vivos y no más viejos, con humor y amor por nosotros mismos.